Thomas J. Peters nació el 7 de noviembre del 1942 en Baltimore. Estudió ingeniería civil en Cornell University y después economía en Stanford University. En 2004 recibió un doctorado honorario de
la Universidad Nacional de Management de Moscú.
Sirvió a la marina de los Estados Unidos entre 1966-1970. Trabajó en la Casa Blanca entre 1973-1974 durante la administración de Nixon.
En el período 1974-1981, trabajó como consejero en management en Mckinsey & Company, convirtiéndose en uno de los miembros y líderes.
Es un gurú del management de los negocios desde los años 70 hasta hoy. Saltó a la fama tras la publicación de En Busca de la Excelencia en 1982, un libro en el que incitaba a los dirigentes a enfocar los negocios de un modo radicalmente distinto.
La revista Fortune llamó a Tom Peters el Ur-gurú (gurú de los gurús) de la dirección y lo comparó con Ralph Waldo Emerson, Henry David Thoreau, Walt Whitman y H.L. Mencken. The Economist lo etiquetó como Uber-gurú. Sus innovadores puntos de vista hicieron que Business Week lo describiera como “el mejor amigo y la peor pesadilla de los negocios”.
Tom participa en casi 100 seminarios cada año y ha hablado recientemente en España, Alemania, Ecuador, Argentina, Chile, Brasil, Nueva Zelanda, Australia, Malasia, Reino Unido, Holanda, Suecia, Turquía, Arabia Saudita, India, Dubai, Suráfrica, Zimbabwe, Corea de Sur, Singapur y Tailandia.
También ha firmado cientos de artículos en periódicos y revistas populares y profesionales, entre ellos en Business Week, The Economist, The Financial Times, The Wall Street Journal, The New York Times, Inc., Fast Company, The Washington Monthly, California Management Review, The Academy of Management Review, ForbesASAP y The Harvard Business Review.
Su libro Revolución de la gestión y reinvención de la empresa presenta a Tom Peters y el estimulante desafío que plantea a los directivos y a las empresas para que abandonen la tradición y los enfoques convencionales y tengan éxito en los mercados globales, siendo, de manera constante y en los niveles más altos posibles, imaginativos, dotados de una alta capacidad de respuestas. En cuatro casos para estudio, Tom Peters nos muestra cómo la descentralización, las estructuras organizativas “achatadas”, los estilos de dirección abiertos y una verdadera obsesión por el cliente, pueden conducir al logro de extraordinarias ventajas competitivas.
Desde el momento de su consolidación como genio empresarial, Peters se convirtió en un consultor y escritor siempre a la vanguardia de la gerencia, defendiendo una actitud de permanente predisposición al cambio. Provocador, heterodoxo, coloquial y directo, sus obras rompen esquemas y son fuente de innumerables “pensamientos empresariales” de gran calado.
Nos centramos en su obra Re-imagina, publicada en el año 2003. En este libro se pone de manifiesto que la forma tradicional de hacer negocios, fundamentada en la actualización o mejoramiento de las metodologías preexistentes, está cediendo terreno ante una concepción más amplia y abierta, que plantea la necesidad de dar un salto cualitativo que prescinda de una vez y para siempre de las estructuras del pasado.
En este sentido, el libro brinda un panorama general de los cambios metodológicos y actitudinales que están en marcha, o que sufrirá el mundo de los negocios en un futuro cercano, y que serán el fundamento de un buen desempeño corporativo.
Tom Peters publicó todo un tratado contra el conformismo en el que animaba a sus lectores a gritar “no estamos preparados”. Este libro no trata del cambio y la innovación sino de la REVOLUCIÓN y la lucha contra el CONFORMISMO.
Peters plantea la necesidad de un nuevo diseño de las empresas y de la redefinición del pensamiento de negocios; en ese contexto, propone alguno de sus temas tradicionales, como el liderazgo, la educación, la tecnología, las relaciones con el cliente, el modo de crear valor, el papel de la mujer y la innovación.
En cuanto al ámbito educativo, Peters realiza una dura crítica al sistema educativo actual. Según el autor, nuestro sistema escolar anula la capacidad creativa de los alumnos, pues está preocupado por “lo que es”,no por “lo que puede ser”. La principal crisis de las escuelas en la actualidad es la irrelevancia, debido a que se le concede poca importancia a la educación.
El autor cita una serie de necesidades principales para optimizar el sistema educativo actual en un contexto en el que el valor surge de la iniciativa individual y de la creatividad. Peters propone llevar a la práctica todos los proyectos válidos que se desarrollan en las aulas, dejando a un lado la conversación y pasando a la acción. Opta por un aprendizaje significativo, apasionado y natural, lejos del simple aprendizaje memorístico y repetitivo y afirma que sin errores no hay aprendizaje, por ello hay que valorar más los fracasos excelentes que los éxitos mediocres. En la escuela es necesario desarrollar la creatividad y la innovación, que proviene de una única fuente principal: las personas. La sociedad ha de dar importancia a la educación y respetar a los profesores de los centros de enseñanza y, sobre todo, garantizar su autonomía para hacer su trabajo.
Tom Peters siente verdadera pena cuando habla sobre educación porque piensa que es patético todo lo que estamos haciendo. Hace un recorrido sobre las diversas eras, primero vino lo que conocemos como la era de la agricultura (ya inexistente). Luego la Era Industrial, ya desaparecida. Después la Era de la Información intensificada en la que estamos inmersos y ahora nos estamos moviendo en la Era de la creatividad intensificada. Nuestro sistema educativo es llamado a veces el cuarto modelo de la educación, debido a los continuos cambios que se han ido produciendo a lo largo de la historia. Esto significa que estamos metiendo datos obsoletos en las cabezas de los estudiantes mediante metodologías obsoletas con el único objetivo de contratarlos durante un tiempo prolongado en una fábrica de autos realizando un trabajo repetitivo y poco creativo. Para desarrollar al máximo el potencial de los alumnos debemos re-inventar el sistema educativo, iniciar una revolución y luchar contra el conformismo.
Como se refleja en el texto, durante los últimos años, la escuela se ha visto involucrada en una serie de críticas pedagógicas, sociales, políticas, culturales y administrativas que para beneficio de todos han reorientado la actividad formadora de docentes, estudiantes y padres de familia. Hoy nos queda claro que los errores de la escuela van desde el autoritarismo, el centralismo y la idea obtusa de que su principal función es transmitir conocimientos, preguntas y respuestas correctas, más que asegurar la comprensión y la aplicación o uso activo del conocimiento. También ha crecido de modo desmedido una tendencia de los educadores a sobrevalorar el fenómeno del aprendizaje, y ello ha provocado una serie de problemáticas, tanto en la actualización de los recursos docentes, como en la metodología didáctica a utilizar en las aulas escolares. Asimismo no puede haber educación sin aprendizaje y el aprendizaje es la condición necesaria de todo proceso educativo.
Las corrientes pedagógicas contemporáneas responden al reclamo social de una formación que permita a los sujetos resolver problemas de diferente índole de forma autónoma, esto es, poder enfrentar la búsqueda de soluciones, encontrar una respuesta y tener algún control sobre ésta, dado que en la mayoría de los casos, los problemas que se presentan implican encontrar respuestas nuevas a preguntas también nuevas. Por ejemplo, en la educación tradicional, las viejas soluciones responden de manera simplista o mecánica a las demandas sociales. Con esta lógica se sigue reproduciendo un modelo que ha mostrado su insuficiencia al concebir la enseñanza más para sí misma que para apoyar los requerimientos de formación de la sociedad, en lo general, y de cada una de las personas.
Finalmente, vamos a centrarnos en el paradigma de “La escuela nueva o activa”, que fue un movimiento pedagógico heterogéneo iniciado a finales del siglo XIX. Surge como una reacción a la escuela tradicional y a las relaciones sociales que imperaban en la época. El movimiento encontró su mayor auge en tiempos bélicos, por lo que su ánimo renovador de la enseñanza es característico. De esta manera, la nueva educación tendría que ser capaz de formar a los individuos para la paz, la comprensión y la solidaridad.
Según este movimiento era importante denunciar y modificar los vicios de la educación tradicional: pasividad, intelectualismo, magistrocentrismo, superficialidad, enciclopedismo, verbalismo con el propósito de definir un nuevo rol a los diferentes participantes del proceso educativo. Se afirma que el acto educativo debe tratar a cada uno según sus aptitudes. No hay aprendizaje efectivo que no parta de alguna necesidad o interés del niño, ese interés debe ser considerado el punto de partida para la educación. Respecto a la relación maestro-alumno se transita de una relación de poder-sumisión que se da en la escuela tradicional a un vínculo marcado por una relación de afecto y camaradería. El maestro será pues un auxiliar del libre y espontáneo desarrollo del niño. La autodisciplina es un elemento que se incorpora en esta nueva relación, el maestro cede el poder a sus alumnos para colocarlos en posición funcional de autogobierno que los lleve a comprender la necesidad de elaborar y respetar reglas. La función del educador será descubrir las necesidades o el interés de sus alumnos y los objetos que son capaces de satisfacerlos. Están convencidos de que las experiencias de la vida cotidiana son más capaces de despertar el interés que las lecciones proporcionadas por los libros. Se trata de hacer penetrar la escuela plenamente en la vida; la naturaleza, la vida del mundo, los hombres, los acontecimientos serán los nuevos contenidos. Se introducen una serie de actividades libres para desarrollar la imaginación, el espíritu de iniciativa, y la creatividad. No se trata sólo de que el niño asimile lo conocido sino que se inicie en el proceso de conocer a través de la búsqueda, respetando su individualidad.
Entre los representantes más destacados de esta nueva corriente pedagógica se encuentran: Rousseau (aprendizaje natural), Pestalozzi, Tolstoi, Dewey, Montessori, Ferrieri, Cousinet, Freinet, Piaget, Claparede y Decroly.